Historia Chea
Quiero comenzar estos datos históricos, de los Hermanos Cheos, tomando como fuente de información el libro escrito, hace muchos años, por el Rev. P. José Dimas Soberal, quien, gentilmente, me ha autorizado para hacer llegar la “Historia Chea” a todos los rincones del mundo. El padre Soberal, en su libro, menciona detalles muy importantes que también fueron mencionados en la carta apostólica de los Señores Obispos de Puerto Rico con motivo de nuestro centenario.
El Concilio Vaticano II, entre otras muchas y valiosas aportaciones al mundo, ha puesto de relieve el momento actual del seglar. Cuando el mundo se desacraliza, cuando la vida se desmitifica, Dios deja oír su voz y llama a su pueblo para que tome conciencia, para que ordene a este mundo y para que lo lleve por los caminos y senderos de luz. Es la hora para la misión, para el rescate, para la redención. En Puerto Rico hubo un momento histórico, cuando el clero no percibió el susurro de Dios para que se realizara esa misión, pero un grupo de seglares sencillos se sintieron tocados por “la llamada divina”. Los acontecimientos históricos, sociológicos, políticos y morales absorbían la atención del clero. El fardo de la inestabilidad y la incertidumbre ante el futuro del país, agobiaba a los presbíteros, preocupaba a la jerarquía.
El propósito de esta página es presentar la acción carismática de la obra “Chea”. Surgieron hombres y mujeres, seglares intrépidos, que se adelantaron sesenta años al Concilio Vaticano II. Así como Jonás, un extranjero, profetizó para salvar a Nínive; Amós, un humilde pastor natural de Tecoa, es enviado por Dios a pronunciar juicio sobre Israel en el santuario de Betel; así estos misioneros seglares surgen en Puerto Rico de entre los campesinos, para llevar el mensaje a las zonas más necesitadas; para robustecer la fe que se tambaleaba. Es un nuevo profetismo. Trataré de exponer cómo estos seglares, por iniciativa privada, consagraron la Perla del Caribe; santificaron a Borinquen; contribuyeron a un mejor Puerto Rico por Cristo.
Fundadores de las Misiones Seglares
En este ambiente caótico de la Isla es que surgen las misiones seglares. Nos referimos al cambio de soberanía y la entrada del protestantismo a Puerto Rico. El Barrio Arrozal de Arecibo vio nacer a José de los Santos Morales. A la edad de unos doce años, José sintió la llamada del Señor. Su propia fe estaba amenazada por profetas extraños. Como otro Pedro, José dejó todo para seguir las huellas de la predicación misionera. Era sencillo, humilde. Apenas sabía leer y escribir. Sus convicciones religiosas eran profundas a pesar de su incultura. No tenía miedo al que dirán los demás hombres, ni a los hermanos separados. Valiente y decidido.
Comenzó su tarea evangelizadora en el año 1902 en el mismo Barrio Arrozales, en litoral norte de la Isla. José comenzó a predicar por iniciativa propia, cuando tenía sólo dieciséis años. Nadie recabó su cooperación al ministerio profético. Obedecía solo al imperativo de su conciencia ante los embates religiosos que agitaban a sus vecinos. José trataba de comunicar a su auditorio la importancia de mantener la fe; hablaba de la necesidad de una vida alimentada por los sacramentos de confesión, comunión e insistía en la asistencia dominical a la santa Misa para que oyeran la palabra del sacerdote.
Desde su barrio siguió caminando por los campos que se adentran en las montañas cruzando la cordillera central de Puerto Rico. Era fuerte para José predicar todos los días; andar por aquellos caminos tortuosos; subir las cuestas; cruzar lodazales intransitables. No tenía medios de locomoción. Era joven, fuerte. Hoy no se entiende cómo pudo resistir. En su peregrinar hacia el Sur, Dios le llevó al encuentro con José Rodríguez Medina, natural de Adjuntas y quien a su vez había empezado, por cuenta propia también, este estilo de misiones.
Allá para el año 1880 los esposos Francisco Rodríguez y Ramona Medina recibieron en su hogar otro hijo: José. Aprendió a leer y a escribir y a instruirse en la fe con su propia madre. Trabajó con sus padres hasta la edad de 23 años cuando decidió dedicarse a la predicación. Obedecía a los mismos imperativos que José de los Santos Morales.
El 7 de enero de 1903 se encontraba en el Barrio de Bateyes Utuado. Asistía a la tradicional fiesta de los Tres Santos Reyes. Al terminar el rezo del Santo Rosario, pidió permiso al dueño de la casa para dirigir unas palabras al pueblo congregado, cerca de 300 personas. Esta fue la primera vez que se dirigió al público iniciando así una serie de misiones que continuará hasta el fin de su vida después de 55 años misionando.
En el pueblo de Ciales, procedentes de la zona montañosa, surgen otros dos misioneros quienes también comenzaron alrededor de 1902. El primero es Vicente Avilés González y el segundo Juan González. Estos dos misioneros se encuentran con los anteriores. José de los Santos Morales se constituye como director de los mismos. A una insinuación del presidente, llamarémosle así, Vicente y Juan fijaron sus residencias en Ciales y Florida respectivamente. Allí desarrollarán una amplia labor misionera. Consumidos por los años y el exceso de trabajo apostólico murieron enseguida, después de una gran hoja de servicios proféticos.
Los Hermanos Cheo
Estos misioneros seglares son conocidos en Puerto Rico por los Hermanos Cheos. ¿Por qué? En Puerto Rico a los “Josés” es muy común apodarlos “Cheo”. Como los dos primeros se llamaban José es por eso que se le apoda Cheo. Además a José Rodríguez en su casa le llamaban por “Che”. Se le denominan “hermanos” porque estos misioneros al dirigirse a su auditorio usaban frecuentemente el término: “hermanos”. Al dirigirse en público a una determinada persona, la llamaba “el hermano tal o cual”. Cuando hablaban entre sí, siempre se trataban de “hermanos”. La gente se acostumbró a decirles: “los hermanitos”.
¿En qué consistían sus misiones? Nuestro pueblo es profundamente religioso. Se da mucho culto a los difuntos: con nueve rosarios o novenas inmediatamente después de su muerte en días sucesivos; tres rosarios la noche del velorio o sea el noveno día; otros tres rosarios y velorio en cada aniversario hasta cumplir siete años de muerto, al menos. La gente es muy providencialista. En cualquier hecho, un tanto extraordinario, ve la intervención de Dios, ya sea como castigo o como milagro. Por eso hacían tantas promesas y las cumplían. El rezo del rosario era el acto de culto en todos estos casos. Más otros detalles folklóricos que no creo sea necesario mencionar. El anfitrión de la casa solía invitar a sus vecinos, amigos y conocidos. Como había poca o ninguna distracción, estos actos eran muy concurridos y bien festejados incluso los velorios de difuntos.
Los misioneros seglares aprovechaban estas reuniones y al final pedían permiso para hablar. Siempre se les escuchaba con atención. Entonces la gente pedía que al otro día, fuera en otra casa, porque este señor tenía una promesa sin cumplir; o deseaba que el Hermano rezara el rosario por una intención familiar y así seguía la cadena de invitaciones.
Para armonizar el culto los hermanos intercalaban himnos religioso populares, la gente disfrutaba con la participación. Las personas que se dedicaban a rezar o a dirigir rezos en estas ocasiones, antes, solían cobrar; los hermanos no. Estos “rezaores” populares tenían oraciones de invención propia, algunas espiritistas; otras muy largas e ininteligibles. Los Hermanos eran breve en el rezo y muy devotos. Los otros como asalariados, no. La fama de estos misioneros seglares cundía. Pero ellos habían tomado, además, la misión de hablar. Esto era inaudito. La gente estaba ávida porque aunque no entendían a los pastores americanos, no comulgaban con sus ideas en contra de la Virgen.
Estos cuatro Hermanos y otros que se sumaron luego, llegaron a tener un gran auge. Quisieron organizarse. Así el 31 de enero de 1927, sometieron una petición a S.E. Mons. Edwin V. Byrne, D.D.; Obispo de Ponce. El 10 de febrero del mismo año recibieron contestación afirmativa a su petición con el nombre de Asociación Católica, Apostólica y Romana de San Juan Evangelista. Esta asociación organiza a todos los Hermanos Cheos y a todos los simpatizadores con su obra.